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Mostrando entradas de julio, 2025

No es falta de deseo. Es exceso de silencio

Cuando el cuerpo habla, y el alma pide volver al amor que somos. A veces no es que no tengas ganas. Es que estás inflamada de tanto tragarte palabras. Tu cuerpo se cansa de sostener lo que callas. Y tus hormonas, sabias, se desconectan para protegerte. Te dan una tregua. Te susurran: “Ya no podemos más si no nos escuchas.” Y tú… te apagas. Poco a poco. Dejas de moverte como antes. Dejas de cantar en la ducha. De tocarte. De crear. De reír con esa carcajada tuya, la que nace desde el vientre. Pierdes el brillo. El impulso. La curiosidad por la vida. Y lo peor: te culpas. Porque te enseñaron que si algo no funciona, eres tú. Que tienes que adaptarte, ser fuerte, seguir adelante. Que el enojo no se ve bien. Que no puedes decir “no” sin parecer egoísta. Pero la verdad es otra. Tu deseo no está roto. Tu alma no está perdida. Estás sobreviviendo en un sistema que te pide que no sientas. Y eso, hermana, duele más que cualquier herida física. Tu cuerpo grita lo que tu voz no se atrevió a decir...

Mujeres que vuelan alto y no miran atrás

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Hermana: Esta carta es para ti, que viniste a este mundo a equivocarte con elegancia. Que cambiaste de país, de idioma, de piel, de amante, y sigues teniendo el mismo par de ojos intensos con los que miras al mundo como si cada día fuera el primero. Esta carta es para ti, que sabes lo que es comenzar de cero con estilo , con las uñas rotas, la fe perdida y el corazón remendado con hilo rojo. Y aun así, sonríes en el espejo con descaro, como diciendo: “No sé cómo se hace, pero igual lo hago.” Porque eso hacemos. Las mujeres que vuelan alto. No pedimos permiso para soñar. Tampoco pedimos instrucciones. Improvisamos, lloramos, renacemos. Tenemos el alma tatuada con nombres que ya no están, con mapas de ciudades que no aparecen en Google, con palabras que nos inventamos para sobrevivir. Somos las que viven lejos y quieren de cerca. Las que aman profundo, pero también saben soltar. Las que quieren una familia, pero también la libertad. Las que no saben si su alma e...